viernes, 3 de abril de 2015

Buenos días

Pensando, pensando
me he preguntado cuántos latidos me sobran después de,
cuantos hasta llegar a cero.
Y me he asustado, porque ahora son menos,
y ahora,
y ahora.
Y gasté tantos en vano que quiero recuperarlos.

Dime tú que no es una locura.

Pensando, pensando
me he preguntado, entre sumas y restas,
por qué dividí el corazón mientras veía multiplicarse a las excusas.

Dime tú que no fue una locura.

Pensando, pensando
me he preguntado, como quien descubre la octava maravilla,
cómo es posible que tu ya no seas,
que la tempestad haya pasado,
y que la primavera, de verdad, venga.

Digo yo que no es una locura.

Pensando, pensando
me he preguntado, por qué el vencido,
es el pobre de los dos.
Si yo triunfé en la batalla,
si jugábamos a ver quién quería más
y gané yo.

Pensando, pensando
acabo sintiendo
que vuelvo a tener los cinco sentidos despiertos.




martes, 24 de febrero de 2015

Tantos "adiós" equivocados


Qué enrevesado esto de olvidar.

Supone cambiar tu rutina,
soltar, dejar ir por obligación.
Es arrancarte la piel y mudarse.

Olvidar es tener que convertirte en dos almas que tiran en direcciones opuestas:
el querer y el deber.

Es vivir en un déja vú constante y atroz,
sentir que intentas huir a toda velocidad
arrastrando un vacío que sobrevive al borde del suicidio,
sabiendo que él es lo que queda cuando ya no queda nada.

Olvidar es que te ahoguen, morir y renacer.

Empiezo a creer querer olvidar al darme cuenta de que,
después de tantas fracasadas despedidas,
no sirvió de nada decirte adiós,
pues no me despedía de mi misma.

Así que, visto lo visto compañero,
mi más sonado y crudo adiós para mí,
Adiós a todo aquello que era cuando era contigo.

Fin.




sábado, 31 de enero de 2015

¿Merece tu pena?

Qué triste.
Así, en general.

Qué triste dar palos de ciego.
Qué triste dar, y dar, y defender en tu soledad,
dentro de tu más engañada y autoimpuesta ignorancia,
que no estás completa, cruel y totalmente sola.

Qué triste pensar que tu desgaste merece la pena,
que merece esa pena que nace en las entrañas
y te acuchilla el corazón en silencio cada vez que te dices "merece la pena".

Odio esa frase, nada merece tu pena.
No tanta.

Y entonces, lentamente,
apartas con un dedo la venda de tus ojos.
Solo un poco, lo mínimo,
no vaya a ser que la realidad te despierte con un tortazo proporcional a tu estupidez.
Y entonces te duela (la realidad, el alma y él).

Rápidamente apartas el dedo,
lo que te ha parecido ver, no huele a rosas como aquellos veintitrés.

Y sigues, y ciega, y palos.
Pero tu ya no los das, dejas que ellos te golpeen,
intentando creer que recibir, absorber y callar es la más romántica y única solución.

Las excusas, al principio, son paliativas,
luego empiezan a picar,
escuecen
arañan,
queman,
y matan.

Empiezas a preguntarte si el haberte acostumbrado a la rutina de dar y no recibir
es tan normal como la pintabas;
o quizá es la madre de todas las excusas más tristes del mundo.

Y entonces pasa, te quitas (te quitan) la venda de una tirada.
Pero no abres los ojos,
los aprietas, fuerte,
la oscuridad es algo más indolora que la realidad.

Porque te aviso.
La realidad es aquello que se esconde tras las excusas,
y de igual manera quema, aprieta, ahoga, y golpea.
Y lo peor es que siempre gana,
nada puedes hacer contra ella.

Y entonces, (y sólo entonces y no antes)
empiezas a hacer balance.
Te miras las heridas, buscas su razones,
y no hay nada.
Y ahí es donde me atasco.

Y ahí es donde empiezas a vislumbrar que el esfuerzo invertido es desproporcional con respecto a lo que, en el mejor de los casos, querías recuperar.
La lógica te lleva a pensar que no merece tu pena.

Pero la lógica que envía tu cerebro al corazón se escapa en forma de lágrimas que no te dejan ver.

Y nunca te pones de acuerdo,
y nunca equilibrio,
y nunca armonía contigo mismo.

No merece la pena.

Sabemos la teoría,
qué difícil aplicarla.

Y qué triste, qué triste.

martes, 20 de enero de 2015

Reinventarse, qué bonito verbo.


Las redes sociales nos hacen creer lo contrario, pero las personas no somos solo un nombre, somos un bagaje de sentimientos, razón y fe. Si ese bagaje cambia, por más mínima que sea la variación, dejamos de ser una línea continua, definiéndonos como seres constantemente sensibles a nuestro entorno.

Pensar en ello es tan apasionante como enloquecedor, pero nadie dijo que esto de vivir fuera fácil.

¿Quiénes somos? ¿Qué es lo que nos define? Por más que el avance tecnológico nos empuje a dudar, no somos nada más (ni nada menos) que humanos. Lo siento por aquellos tecnológicos, pero somos carne y hueso, efímeros.

Seguro que todo el mundo alguna vez, en algún momento o etapa, no supo quién fue; convirtiéndose en esa incertidumbre esencial para empezar a saberte.

Yo soy un cambio continuo que no sabe si lo que ayer era es lo que hoy soy, y mucho menos, lo que será mañana. Y hasta ahí puedo, realmente, leer.

El paso más humano previo a saber es asimilar que no sabes, y aprender. No serán pocos los que creen conocer cuando realmente no tienen idea, ignorando por completo su ceguera.

Bendito aquel que vea todo esto como una locura innecesaria. No he inventado nada, todo lo escrito ya se ha dicho, y viceversa. Sin embargo, ahora me toca a mí, y a todos. Nadie nos va a decir cómo o quién ser, si hay alguien que pueda aproximarse a saber guiarnos somos nosotros mismos, y nadie más.

Con quién más tiempo compartirás tu vida es contigo mismo. Dedícate tiempo.


"El bebé no es igual que el adulto,
y yo no soy igual que ayer. De nada puedo decir "esto es mío", dijo Buda,
y de nada puedo decir "esto soy yo".
No existe, pues, ningún núcleo inalterable de personalidad."


(El mundo de Sofía, Josteiin Gaarder)




miércoles, 17 de diciembre de 2014

Despierta, quemado.

Aunque tu no me veas, araño tus espalda,
entreabro con sigilo la puerta que ahora nos separa
no te quiero asustar,
el café se quema y no te sé despertar
Temores, fantasmas de nuestra mente,
mente cabalgando entre realidad y ficción.
En el blanco paredón donde el alma escribe,
los temores ya no son fantasmas, sino nuestro más temible yo.
Míralos,
han salido de mi cabeza, ahora tienen vida
y quieren, además, robarme la mía.

Míralos de frente,
nada de altibajos,
como si la tristeza no estuviese comiendo de nuestra mano.


Si no escribo, los temores se convierten en pactos de guerra nunca firmados,
despechados;
recuerdos de cara a la pared,
no les miro a los ojos, pero ellos, cabizbajos,
me recuerdan que el café se quema, y aun no te he despertado.


Ojalá la moneda caiga de nuestro lado,
y que el golpe contra el suelo coloque todo como lo decoramos.


Como un golpe de suerte,
un susto de vida,


un café salvado.




viernes, 19 de septiembre de 2014

Sin querer, queriéndote

Fuiste sin querer,
aunque a posta envidé a que fueras.
Como la niña que tira un beso y esconde la mano,
esperando que el rojo de sus mejillas no delate que fue ella.

Llegados a este punto
no sé si fuiste sin querer,
queriendo,
o es que nunca llegaste a ser
porque no hubo momento en el que no fueras.

De la misma manera que no sabemos si el mundo lo creó Dios,
una explosión o la televisión,
yo no sé tu cómo ni cuándo, pero aquí estás,
¿y la fe? en el origen que más sane la soledad.

Imposible desflorar al destino,
ácida la creencia en Dios y
hasta donde puedo vivir,
te siento de carne y hueso.

Quizá, y solo quizá,
la fe eres tu.

Protagonista, trama y desenlace.
Sujeto, verbo, y lo demás.



sábado, 6 de septiembre de 2014

El universo de Brick Lane

Las grandes ciudades cansan, a mí y al más arraigado cosmopolita. Sin embargo, tienen algo excepcional: pequeños mundos en su interior que consiguen transportarte a distintos lugares. En Londres puedes viajar a China a un paso de Piccadilly, conocer el sueño americano en La City o viajar a Oriente acercándote al Este de la capital, entre tantas otras experiencias mundiales.

Yo siento el deber de contaros acerca del Este de Londres, donde tengo el placer de vivir. Se trata, en general, de una zona que comenzó siendo el nido rechazado de emigrantes, zona intocable para los ejecutivos de la cercana Liverpool Street.

A dos minutos de mi casa me encuentro cada día con Brick Lane, una de las principales arterias del Este londinense. Queréis conocerla, os lo aseguro.



El nombre actual se debe a la construcción de tejas y ladrillos iniciada en el siglo XV. Tras el terremoto de Londres en 1666, esta actividad creció notablemente y gracias a la mano de obra de Brick Lane, Londres se levantó sobre sus ruinas, algo que hoy en día parece olvidado. Su fama como zona de emigrantes se remonta  siglos atrás: comenzaron llegando refugiados hugonotes de Spitafields, tras ellos, los irlandeses, judiosaskenazíes y, en el siglo XX, los bangladesíes. Por ellos, esta zona es conocida hoy en día como Banglatown.

Tal ambiente vagabundo se convirtió en foco de interés de varios artistas de la capital británica  para explotar su arte, aquellos que se atrevieron con los alrededores de Brick Lane, comenzaron a hacer del Este una de las zonas más interesantes y alternativas de Londres. 

Cada ola de emigrantes refugiados consiguió dejar huella, siendo cada una de ellas un trozo del corazón tan único que late desde Commercial Road hasta más allá de Bethnal Green.  La cultura oriental que se respira en barrios como Whitechapel convierten este área en un enclave exótico e intercultural que poco tiene que envidiar a lo más posh del Soho.

La explosión de esta zona se canaliza a través del arte callejero, con firmas tan ilustremente desconocidas como Banksy, seudónimo tras el que se esconde uno de los más prolíficos artistas del street art británico.

En Brick Lane, como en el amor y la guerra, todo vale. A lo largo de esta calle el arte callejero asoma su garra con ímpetu y ganas de gritarle al mundo que el arte es un lenguaje poderoso al alcance de cualquiera que tenga algo que decir.

Hacen falta muchos días para empezar a saciar tus sentidos de todo aquello que ofrece esta arteria del este a lo largo de sus dos aceras y escondites. 

Tu olfato te sorprenderá con un singular olor curry y otras especias que se entrecruzan en cada puesto de comida; tu vista se tropezará con miradas de personas que vienen de muy, muy lejos, y encontrará una manifestación de arte que admirar cada vez que intente revisar el móvil; tu oído pensará que está en la India, el murmullo oriental trueca el inglés por un diminuto enemigo; el sentido del gusto puedes calmarlo por unas libras en alguna panadería que venda dulces árabes, de esos incomparables cubiertos de pistacho y miel; por último, no hace falta hurgar mucho para notar la suciedad de la zona, así que tus manos pueden seguir sujetando la cámara de fotos o libreta. Ojo, las calles no requieren de lejía, esta es la auténtica e inigualable cara de Brick Lane, y no le hacen falta cambios. Si buscamos una aguda pulcritud tenemos el resto de Londres.

Esta es una de las comisuras que más me atrapan de Banglatown. Que la muerte nos acompaña de la mano lo sabemos todos, lo bonito es que los muros te lo digan a través del arte. Nunca la muerte estuvo tan a la vuelta de la esquina como en este escondite. Quizá el lugar para plasmar ese esqueleto fue totalmente aleatorio, pero me gusta pensar que no.
 

Todo artista y mensaje, sea del ámbito o color que sea, tiene su hueco en estos muros. Valentía y ganas de expresar es lo necesario para que te escuchen, las paredes aquí hablan y trasmiten más que muchas bocas abiertas.


Con un simple vistazo podemos vernos reflejados en más de un graffiti, pues representan temas tan mundiales como la muerte, la vergüenza o la atracción hacía lo desconocido o mágico. Paseando por la zona te das cuenta que, vengamos de donde vengamos, todos somos seres humanos con las mismas preocupaciones vitales. El color de la piel no nos hace diferentes, venir de un lugar acomodado no nos hace mejores. Cualquiera que visite Brick Lane saldrá de ella más humilde y con una importante porción menos de etnocentrismo.


"Una pantalla de inicio toda para tí"
How to build a universe
David de Britto



A pesar de que Londres no sea mi ciudad eterna, creo que a todos nos viene bien pasar por aquí unos meses. La constante llegada de tan diversa información nos mantiene despiertos, descubriéndonos a nosotros mismos al borde de experiencias que quizá en otro sitio no serían posibles, o al menos no iguales. Si hay algo que siempre le agradeceré al Este de Londres es darme la oportunidad de cruzarme cada mañana de camino al trabajo con varias culturas en una misma calle, darme cuenta de que en el mundo somos muchos y todos tenemos algo para los demás, todos tenemos algo que expresar. 

Mañana es Domingo en Brick Lane, día que merece un post propio. Mercados, puestos de comida, olores, colores, flores... ¡Próximamente!





miércoles, 3 de septiembre de 2014

Posdata:



Desaliento
Los finales que nunca te contaron son la pólvora de tu curiosidad;
los principios que siempre supiste se alían con mentes inertes.
Sé valiente cuando tengas miedo, porque será tu única oportunidad.

Vanagloria
Cuando vueles alto,
cuando sientas tu mirada por encima de los demás,
no olvides que tus pies siempre tocarán la misma tierra donde el pobre mendiga,
el rico devora y el cadalso espera por igual. 
Y recuerda,
el cielo es solo un invento para templar la vida y auxiliar a la muerte.

Abandono
No dejes que el viento se olvide de mí,
recuerda que amar es una jerga entre dos,
que cuidarnos es lo mínimo que se merece París.

Posted By: Unknown

Posdata:

Síguenos

© Shikkoba All rights reserved | Theme Designed by Seo Blogger Templates